martes, 15 de marzo de 2022

El viaje a la escuela y el bienestar estudiantil

A veces parece que estemos activamente impidiendo el sano desenvolvimiento de nuestros hijos en la escuela. Mucho se habla de la calidad de aspectos académicos y de infraestructura escolar, pero pocos llegan a analizar el viaje hacia y desde la escuela, y cómo este incide en el bienestar y disposición de nuestros niños para estudiar.



Hoy día aceptamos como normales y cotidianas las largas filas de carros a las horas de entrada y salida al colegio. Casi todos presupuestan sumas de dinero (no insignificantes) para el transporte de los niños a la escuela, ya sea para echar combustible al auto, para el pasaje en taxi o transporte colectivo o para el depósito y mensualidad del busito colegial. Solo unos cuantos (según el lugar o tipo de escuela) pueden tomar ventaja de la corta distancia e infraestructura lo suficientemente segura para ir caminando.



Vivir muy cerca de la escuela, que supondría un ahorro en transporte, viene con fuertes desventajas causadas principalmente por automovilistas: calles congestionadas, aceras ocupadas, ruido, humo y hollín. No se libran del plomo que trae el automóvil privado a sus vidas y entorno. 

Ninguna cantidad de educación vial va a funcionar contra el secuestro del espacio público que ejerce la proliferación del automóvil privado. Yo creo en las Barreras Físicas y Protección al Peatón. (En breve les ilustro las barreras para proteger al peatón...)

¡Bolardos! En este caso son de hule, aquí protegen la ciclovía y por añadidura la acera. 

Árboles...se siembran especies locales, resistentes, fáciles de podar, que brinden amplia sombra y con raíces no dañinas a la infraestructura colindante. A veces es preciso encajonar la franja que van a ocupar para proteger aceras, tuberías y drenajes. Vale la pena porque mantienen temperaturas agradables para caminar a cualquier hora del día.

Estas mejoras a la vía, especialmente en el área inmediata de colegios tienen un impacto inmediato en el bienestar de estudiantes, padres de familia, docentes, vecinos y transeúntes. Cada chiquillo en bicicleta es un auto menos en la calle, un puesto menos en un bus colegial que se desocupa para servir a alguien que viva un poco más lejos. Cada alumno que vaya caminando solo o acompañado libera la calle para una circulación sin congestión. 


Lo mejor de todo es que esto es el beneficio potencial a nuestros hijos: La posibilidad de viajar independientemente hacia y desde su escuela mejorará su desenvolvimiento dentro y fuera del aula de clases. Van a experimentar el mundo más allá de su tablet, celular o computadora. No tendrán que madrugar para terminar de dormir dentro de un transporte colegial. No hay que sufrir para obtener educación. Hay una mejor manera.



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